miércoles, 13 de junio de 2012

Max Aub: Anónimo hebreo (*)


¿Sabrá alguien qué quiere decir judío?

Ni tú ni yo...

No es como ser francés, polaco o ruso;

ser judío no es como ser apátrida.

Ser judío es otra cosa.

Tampoco es como ser cristiano, ateo,

deísta, o mahometano.

Ser judío tampoco es ser sabra

ni tampoco tener un pasaporte israelí.

Ser judío –ríe un sefardí– es la hostia

–a menos de ser ortodoxo

y vivir en Mea Shearim,

haciendo el ridículo.

Ser judío es ser hijo de Israel

y no creer en él.

Ser judío es ser ateo

y rendir a Jehová culto.

Ser judío es ser soldado a machamartillo

y pacifista al mismo tiempo.

Ser judío es la hostia bendita.

Ser judío es ser blanco, amarillo y rojo.

No sabe nadie qué es un judío;

ni nadie sabe en qué consiste serlo.

Y, sin embargo, se es.

Como se nace negro.

Por regla de Dios.

Por regla de dos.

Por regla de tres.

Pero nadie sabe lo que es.

(Porque los hay de todos los colores, altos, bajos, tontos, listos, imbéciles, inteligentes, socialistas, anarquistas, reaccionarios, comunistas, ricos, pobres, feos, guapos, regulares, trabajadores, gandules, dormilones, despiertos, valientes, cobardes, repugnantes, cojos, mancos, bizcos, miopes, bien plantados, rubios, morenos, cobrizos, alemanes, franceses, griegos, turcos, españoles. Todos judíos.)

Pero nadie sabe en qué consiste serlo ni la circuncisión

es una marca de fábrica.

No somos nadie –dice la vieja– frente al ido.

Es cierto para los demás: nadie es nadie.

Sólo los judíos saben lo que son. Mas nadie sabe lo

que es un judío.

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(*) Max Aub (París, 1903-México, 1972). Poema publicado en su obra póstuma Imposible Sinaí

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