jueves, 21 de junio de 2012

Iswe Letu: Influencia exótica


El ha de morir y ya se acaba el día

No se trata del kapo, ni la traba, ni el tonel... ni, tan siquiera, del bozal puesto en la boca como a un perro, no.

Ni de esclavos, atados, a lo largo de los eslabones del ancla, en racimo, como las uvas, y luego sumergidos hasta ahogarse en la mar, no...

Es que la savia, imaginada en el deslizamiento de su lengua, por los labios resecos, no sube hasta sus ramas quietas...

La única, la que es alegría pascual para los otros, la perciben, sobre todo, adivinándola, por medio de sus párpados voraces...

Para la esperanza del hambriento, el plato es palabra tan fuerte como alcohol de mijo; se desliza, garganta abajo, como víbora, silbando de contento.

Pero no, no es eso, tan solo barcas rotas y ratas deslizándose cubren mis despojos, adictos ya al arrojo desesperado de la hambre viva

He de morir y ya llegó mi día

-

Vámonos al vado --"Amado, Amado, Amado!: tómame entre tus brazos y vayamos presto, sin perder más tiempo, al vado de Agbañiam." -decía anhelante.

--Tómame y vayamos al vado de Agbañiam: allí, estoy segura, serás un buen amante durante la noche; pero que muy bueno durante la noche -añadió medio exigente y zalamera.

--¡Ay, vado de Agbañiam!: mi inconstante corazón tiene las Alas del Amor que, a veces, muchas veces, se quiebran como una tierna calabaza -advierte disculpándose.

--¡Oh, mi vado de Agbañiam!: mi amante... ¡Qué bueno durante la noche!, ¡muy, muy bueno durante la noche!...

--Pero, ¡ay!, ya llega el alba, ya apunta el día; y mi inconstante corazón, rotas las Alas del Amor, como una débil calabaza, corre, con su fuego abrasador, hacia el Señor de la Sabana, diciéndole:

--"¡Amado, Amado, Amado!: tómame entre tus brazos y vayámonos rápidamente, sin perder un minuto, al vado de Agbañiam." -decía, deseosa, entre inflexible y suplicante.

Algunos de sus amantes lloran y otros, aun con lágrimas en los ojos, se ponen en camino armados de cuchillos hacia el Vado de Agbañiam...

-

Montada en una mimbre, alazana sobre todo, la Serenidad se ve a ella misma mirando en derredor, en la llanura del destierro.

En un bosque, de tiesos e indiferentes cactus, recoge una cosecha de orgullo, donde, junto a la Espera, se recorta como uno mas de ellos.

Y, sin lugar a dudas -se le nota enseguida por la soberbia- no quiere que sea precisamente el bosque lo que aquí se destaque

El ensueño rebelde, encabritado en las lágrimas de su pensamiento iracundo, escora hacia el viento agreste de los filibusteros.

Y ya se adivina, por el lugar inhóspito en el que vive, que son las milicias unidas del exilio su visión.

Y es el latido mas señalado y mas profundo y mas indivisible de su singularidad la trágica división que lo desgarra:

La del pensamiento virtual y con mayúscula: de certero y muy seguro porvenir (la tumba): libre de rebabas: puro.

La creencia firme, de su sueño rebelde, inclinándose a pensar que, la Espera y la Serenidad, han encubierto al Deshonor.

Y... ¿para qué decir nada del mañana?... No vale la pena al quedar aherrojada en sus instantes.

De momento para siempre.

-

Es lo que una tarde, ilusión de una bodega, nos contaron las ráfagas del viento en las tascas del exilio:

Unos se rinden y de esos... ni se habla; otros... se resisten; permaneciendo siempre presentes en la memoria nuestra

Se resisten a llenar con ecos, el sitio vacío del amor; algunas de las cosas de este mundo, dicen, son vanas y mas falsas que reata de mulas: escuela de lisonjas y de engaños.

Sus corazones libres no pueden responder con ecos al canto, amoroso y virginal, de los pájaros del alba: le parece un ultraje.

Tienen rotas las paces, deshechos sus amores y caminarán en soledad hasta encontrar un bosque ameno donde cobijarse...

Principio, no obstante, de migraciones, navegando muchas veces, viento en popa de naufragios, hacia las bodegas del exilio.

--

Eranse una vez la Audacia y el Valor que salieron a recorrer el mundo. Aquí arribaron, ya entrada la noche. Estaban, además de hambrientos, escuchimizados. El hambre de las horas frustradas, les había excitado el águila huraña de la sangre, antaño, derramada. Vinieron, en venganza, a ponerse el mundo por montera.

Temblaba la noche en su morada oscura y tenebrosa. El viento, citado en sus ramas, zarandeó las hojas de los árboles Ellos, poco o nada poseían para temer perderlo en el empeño.

Tenían en el recuerdo, eso si, desde el seco tornado, burlón y violento... hasta el trallazo fulgurante del relámpago, en la espalda lacerada de la noche..; desde el perro voraz de carne negra, la cal viva, el pimentón molido... hasta los poseedores de vergajos, con violación impune, en tiempo muelle...

Por lo que iban a beberse el mundo... y con solera vengativa... Mas una pequeña y breve escaramuza cruzose en su carrera, trizando el manso fluir de su camino alegre... Fueron reducidos a solaz de espejos: juego de brillos y reflejos... Haciéndoles huir con más velocidad que el aire fugitivo...

Ahora gimen en sus cuévanos a gusto... Y se imaginan mordiscos feroces, lo que tan solo es un carnaval de escupitajos. No estaban preparados para el Arte... 

Y es que, muchas veces, es difícil ser un Hombre.

-

la cabeza desnuda y descalzos en el frescor del mundo acariciándonos en las encalladuras de paquebotes mas absurdos que el nacer allí en una isla propia aislados del resto del mundo como todos y unidos en los arrabales a los arrebatos de carne viva sin movernos luego para hallar el agua fresca que mana entre una maraña de vegetales para lavarnos la boca la cara y el sexo que ya tiene un olor a saltamontes aplastados en su savia pero que no nos importa porque nos da lo mismo tirar para un lado que para el otro

el sueño camaradas sobre la escollera de la vida sin palabras de horizonte en nuestros bolsillos huérfanos y desnudos bajo los dinteles de un hombre tan puro al que por la noche le envían grandes mujeres estériles fuerzas eruptivas cortadas en agraz pero fuego sin objetivo por puro deseo de arder trazando filigranas de placer en nuestras orbitas y la felicidad de las fuentes en nuestros sueños de sed por a noche y que decir desde el arrecife de las albas de esa multitud yendo de un lado a otro bajo las velas de la ociosidad

-

nuestros caballos puros con ojos de hermanos mayores Manolo, Avelino y Candelas, ideal que lo real desmiente nuestro cuerpo de vino puro que el oxígeno del aire agrió 

dejando los espacios ciegos bañados con pájaros mudos historias de familia que se afilan en el silbido de las hondas historias de herencias, historias sin una brizna de  brisas

nuestros caballos puros con ojos de hermanos mayores se encabritan en el cuento de las historias borrascosas y salud al que se dedica a ver el lado sin filo de las cosas como por ejemplo la contemplación de una piedra verde o un zigzagueante camino con venenosas amarilladuras

nuestros caballos puros con ojos de hermanos mayores relinchan en las cuadras frente a los pesebres hoy vacíos llenos de cosas melladas o romas, sin agudezas ni aristas sin sustancia como aquel que lanza un relámpago famélico

Y eso está bien en las aguas nauseabundas de la vejez pero nada se va sin dejar huella y los arañazos se quedan tranquilos pero se quedan ahí solos en la frontera del aire

y nuestros caballos puros con ojos de hermanos mayores tienen la inocencia de las coces instintivas ante el jinete que sin dudar hinca las espuelas en sus ijares sin dudar

nuestros caballos puros con ojos de hermanos mayores cuando alzan el hocico de la hierba ven en la sabana como retozan ufanos los búfalos de las cóleras insumisas pastan en un gran país de praderas con fresca memoria

-

Siempre 
los muros,
las paredes
torvas,
de mirada inhóspita
que nos cierran el paso.
Caminamos
con paso inseguro
por la arena del desierto;
enrojecidos 
los ojos
por el llanto
y rota 
la garganta
por el grito
de protesta;
sin tiempo
para jugar con los objetos
que a otros adornan
o atiborran 
su vida
reflejándose 
en sus versos
profundamente
satisfechos.

-

Entonaban las hazañas los griots, desde unos caballos polvorientos, confusos alazanes, desbocados en la ciega relación de una historia calcinada:

--No hay sombra tan suave, para quien anda con valentía luchando al sol, como la tumba de los padres cuyos hijos tuvieron el valor y el coraje de vivir honradamente... Pero más suave debe ser la sombra de la tumba de nuestros antepasados Los Ancestros...

--Mas, ¡ay!, si yo le contara al Árbol y al Árbol-Padre, lo que ha sido de sus hijos..., se quedarían tiritando y sin hojas; y si se lo contara a la Roca..., ¡bueno bueno!... se conmoverían hasta sus pilares. Todos, en suma, se morderían, como quien dice, los labios, para ahuyentar la mosca; pero... inútilmente, porque... y esto creo que también se dice por ahí... nadie escalda a nadie, lanzándole agua tibia.

--Podemos entonces concluir sin miedo a equivocarnos: No hay sombra tan suave, para quien anda valerosamente luchando al sol, como la tumba de los padres cuyos hijos han tenido el valor y el coraje de vivir con honra toda su vida... Y todavía más suave debe ser la de nuestros antepasados Los Ancestros, cuyo pueblo tuvo el valor y el coraje de vivir toda su historia sin bajar la cerviz...

Seguían tarareando las hazañas los griots, desde unos caballos polvorientos, confusos alazanes, desbocados en la ciega relación de una historia detenida. El tambor, que regalaba simientes airosas a los espantados pájaros que emigraban hacia otras regiones mas amables, se negó a seguir la melopea, desgarrando su vientre secular.

¡Oh suicidio definitivo de los recuerdos del Bosque de los Vivos y de los Muertos!: guardad en el ánfora sagrada el miedo creador que levantará del polvo los anhelos. Han huido, espantados también, todos los tesoros que guardaban celosamente los caimanes. Asesinados. Símbolos de los hombres valientes. Y ya en las almacabras brillan dientes carcomidos.

¡Oh, Sol - Ozono!,véngate fundiéndoles a los carniceros los bloques de hielo de sus enormes frigoríficos. ¡Oh, Sol - Ozono!, arruina lentamente secando con tus rayos la tersa piel de esos mismos carniceros.

El tam-tam, ahora que ya es mudo testigo, se ríe, internamente triste, por el avance inexorable del siroco... Seguían tarareando las hazañas los griots, desde unos caballos de polvo, confusos alazanes, desbocados en la ciega relación de una historia calcinada y detenida. Y espantaban las moscas de cuando en cuando con las manos.

--

los cuentos sobre tí

Los cuentos, sobre tí, son tantos, como la suma de las hojas: que si tu casa estaba, con varas de bronce, construida..., que si su vacío propició el cariño hacia las mujeres perversas..., que si se alzó tu corazón en vuelo bajo los árboles del bosque..., que si aderezó la comida insípida el dios ardiente de tú pecho..., que si, ensoberbecido, te levantaste una mañana, a coger naranjas del jardín, en pleno invierno, cuando más arreciaban el cierzo, la nieve, el viento...

Y... ¡qué sé yo!...que si, al no encontrar ninguna, luego, blandiste enfurecido, como una divinidad majestuosa, -alguien llegó a compararte como Zeus-, mil iracundos relámpagos y a tierra derribaste, los mil naranjos de la vanidad... Y... ¡qué sé yo!... ¡qué sé yo, cuantas cosas más de ti se dicen!...

De tí, precisamente de tí, que aún recuerdas como entraba el viento helado por entre las madera mal enlazadas de tu choza... De tí, precisamente de tí, que aún recuerdas la triste soledad de aquella cama... De tí hablan, amigo, precisamente de tí, que, apocado y cobarde, no supiste elevarte cuando invadieron, los Ángeles Armados, color de la canela, el hogar de los Ancestros...

De tí hablan, precisamente de tí, que, cuando se alzó el canto agreste de la Libertad, te escondiste en lo más profundo del tronco de aquel árbol podrido... Tú eres el sujeto de estas habladurías. Tú que te arrimabas, arrebujado, al fuego de la lumbre, cuando más había que salir a combatir el cierzo, la helada, la nieve, el viento... ¡Qué de bobadas dicen!... Para qué seguir más: no vale la pena. Dejémonos de cuentos: tu y yo sabemos que fue cobardía, y no otra cosa, la que te empujó al convento. 

-

Mi nostalgia es algo tristemente incierto: es un espacio enemigo desértico y un concierto de recuerdos.

Aunque son graznidos de cuervos los que se oyen, allá: en el fondo del paisaje de mis sueños matinales.

Pero desde aquí, desde este exilio, mi mirada está en los arenales del sendero de unas tarde calurosas.

Y en las hondas raíces de los luminosos almendros plantados en las laderas de los oteros nevados del invierno.

Colocamos, en el altar de la memoria, a nuestra tierra; y luego, como un deseo de lucha luminoso, en vanguardia primaveral, a los almendros.

Y un deseo: azar de halcones sorprendidos, asesinando cuervos, en un almendral aún deshojado y frío.

Por tanto... se nos adivina, parapetados en la colina, defendiendo la blancura revolucionaria del almendro. 

-

griot

Tarareaba las hazañas el griot, desde un caballo de polvo, alazán de confusión, desbocado en la ciega relación detenida de una historia calcinada.

El tambor, que regalaba airosas simientes a los pájaros que emigraban espantados hacia otras regiones más amables, se negó a seguir la melopea, desgarrando su vientre secular.

¡Oh suicidio definitivo de los recuerdos del Bosque de los Vivos y de los Muertos!: guardad en el ánfora: el miedo creador que levantará del polvo los anhelos.

Han huido, espantados también, todos los tesoros que guardaban celosamente los caimanes.

Asesinados.

Símbolos de los hombres valientes.

En las almacabras brillan dientes carcomidos.

¡Oh, Sol - Ozono!: Véngate fundiéndoles a los carniceros los bloques de hielo de sus enormes frigoríficos

¡Oh, Sol - Ozono!: arruina lentamente secando con tus rayos la tersa piel de esos mismos carniceros.

El tam-tam, ahora ya mudo testigo, se ríe, internamente triste, por el avance inexorable del siroco...

Mientras contempla, desgarrado, como el griot sigue cabalgando, el caballo de niebla o alazán de polvo desbocado en la historia detenida.

-

las flores vampiro sustituyen a las orquideas y no es que nos gusten pero hay que estar a las duras y a las maduras qué se le va a hacer 

el ojo retrocede un siglo en las provincias del alma y en las naciones la mirada se va para no ver el fondo de los que por no saber prefieren seguir adorando la diosa de la calabaza

mi alma vela clamorosamente a las puertas de la muerte y no es que piense de una manera trágica sino que espero con la certeza de hallar al ser querido como quien halla tierra en la boca

a veces quisiera estar en el revés claro de la tierra drogándome de transcendencias vanas y no es que se llene mi alma de angustia por ceremonias religiosas en honor de una calabaza 

las flores vampiro sustituyen a las orquideas y mi deseo sería, eso si, un azar de tigres sorprendidos en actitud de ataque alcanzando en el mar a nuestras humaredas hasta degarrarlas

el grito liso de las nubes se oye a distancia golpeando en la calabaza y su sonido produce una abalancha de tierras anulando los campamentos  en las laderas y a las adoradores de la calabaza

las flores vampiro sustituyen a las orquideas sobre el corazón golpeado de las mañanas mientras las muchachas orinaban apartando la tela pntada de su vestido y no es que sea un mirón pero su delicadeza me agrada

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Son notas que van fluyendo, siempre eternas, de una flauta silenciosa y helada que saluda, irónica, a la mañana.

Corriente que, avasalladora, recorre las profundidades de los lentos termiteros, emergiendo, de pronto, ante el espejo.

Es un río soterrado y gélido, recogiendo, estremecido, el desgarro que produce en la mirada inocente de unos ojos claros.

Indiferente mirada en derredor a todo, fría: a un talle cimbreado que ceñimos o a un tibio y alto seno que, lúbricos, tocamos.

¡Ah!, por fin te has bajado, sorprendido, de ese alto muro al que te tenía atado tu tierna y cándida mirada y que creías eterno.

Igual que la mirada, tiernamente angustiosa, sorprendida de su inocencia, del antílope kobo poco antes de su muerte.

Río helado que, fluyendo, avanza por encima y por debajo en la corriente eterna del volcán humano, hasta apagarlo.

Y nosotros colocamos, en el pentagrama de la vida, las notas heladas de silencio, saludando un mañana que no existe. 

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No, nunca, nunca pierdas la esperanza, amigo... Ata, apretando bien, tus zapatos... O..., si no hay más remedio, tus abarcas mismas...

Y ponte en camino ya... Visita... ¡qué sé yo!... hasta los corredores más ocultos... Ahuyenta ese sueño que tienes acumulado de semillas tocadas por el hielo y la roña...

--"¡Ah, Uerdia, tallo de fresno, // cabellos como de esmeralda: // eres un ramo de naranjo // en pleno invierno." -canté nada más verte.

¡Ah!, si... aun me acuerdo..., que habiendo percibido mi pequeño seno, olvidaste atar tu odre... y yo me sonreí. Fue como una invitación, casi un convite. Preparé el lecho antes de proseguir mi camino: esperé con ojos vigilantes y oídos atentos... Enjugué el sudor de la frente con el reverso de la manga...

¡Ah, cómo temblabas!... eras como una campana que vibra, cuando, yo, anhelante también -para qué negarlo- te decía: "¿Me dejas porque estás sediento? ¿me dejas porque estás hambriento?... // Pues toma, toma mi pecho // por tí se desborda."

Desde entonces no he vuelto a olvidarte. "¡Ay, Uerdia, tallo de fresno, // cabellos de esmeralda: // eres un ramo de naranjo // en pleno invierno." -volví a cantar recordándote.

Nunca pierdas la esperanza: ahuyenta, amigo, ese sueño, que tienes ahí acumulado, de semillas besadas por el hielo y por la roña; y lánzate al camino.

-

En los exilios, continuamente, casi con obsesión, se ven valientes, por las arenas de la patria, caminando en tardes luminosas... de antaño, cuando un alba irradiaba, clara como el diamante, generosa y revolucionaria luz, hacia los cuatro puntos cardinales del planeta...

Y como aquello si que fue perfume generoso, se preguntan a menudo: ¿qué nos ha pasado? Quizás pesó demasiado el polvo del camino, andadura de tantos años de ausencia, sin recoger los frutos. O, tal vez, ese polvo, fantaseó con ellos, transformándose en una fina cortina de lluvia creadora.

Luego, el dolor ardiente de los ojos, les mostró el aire polvoriento cubierto de canallas. Y huyeron cobardes, ya sólo rosados, levantando el vuelo, cuando despunta un alba oscura y sucia como el carbón. Y como lo que hay hoy no es otra cosa que temor, siguen obsesionados preguntando: ¿qué nos ha pasado?

Pregunta que debieron hacerse antes, mucho antes, cuando dejaron abandonado, allá, en el fondo del espejo, al otro. A aquel que se quedaba, antaño, sólo ante el peligro, a resistir un alba, helada, por donde quiera que se le tocase.

Y esta cobardía, este hedor en vaharada, se ha venido oliendo varias veces en la vida: es el olor de la derrota. Pero cubren o tapan su muladar hediondo, soñándose en el camino de una tarde luminosa de su primera primavera.

-

se ríe de los adornos

Va cantando y bailando, bailando y cantando; y su voz se percibe ya desde muy lejos.--"Sobre la llanura, // mis negras grullas, // pesquen en las aguas, // después de las lluvias." Su belleza, que se ríe de los adornos, parece iluminar los caminos y... ¡qué hambre de negra danza tiene!

Cuando llega al mercado -y este mundo, lo sabéis, es un mercado- no se deja comprar, riéndose además de las que, sentadas, esperan, sin moverse, al futuro comprador. Ella no puede estarse quieta y se pone a cantar y a bailar, a bailar y a cantar:

--"Sobre la llanura, // mis negras grullas, // pesquen en las aguas, // después de las lluvias." --¡Venga, venga!: ¡qué yo vea redondas kolas sobre mis hombros! ¡Y, ese, el barquero: que prepare y traiga su barca! ¡Ah, mi corazón está henchido y dichoso! Y..., ¡vosotros!..., ¡los que compráis amor a cambio de dinero!: ya os lo digo...: viviréis privados de paz toda la vida.

Su belleza, que se ríe de los adornos, deslumbra los caminos y además... ¡qué hambre de danza tan negra tiene!

--"Sobre las llanuras, // mis negras grullas, // pesquen en las aguas, // después de las lluvias." Prosigue ennegreciendo los caminos con su cante y con su baile. Y su voz se oye ya desde muy lejos...

Pero tanta firmeza da mal que pensar. Y no son muchos los que se le acercan confiados.

-

ah gente de poco peso en la comunidad de naciones,
gente humilde, con herencia de crudo y sin bala en la recámara
consumida
como las flores en un lugar de sepulturas

mirad, ¿ois?,

los tambores del exilio despiertan en las fronteras
para alimentar de sones el viento sucio de las arenas
¿escucháis acaso el fuerte grito del dolor?

no importa

el apareamiento de los animales en el bosque 
bajo la mirada de los niños 
tiene un síntoma claro de placer e indiferencia

y mi pensamiento no se halla lejos de ese traficante
quien, con un vestido caro entre vosotros, se pasea
tomando algunos pelos de la cabeza del sol
con el ánimo de transformarlo en mercancia para el turismo

que luego aparecerá con el derecho de propiedad
impreso en los folletos de su agencia de viajes
llevando más lejos de la vista de vuestros lugares

el robo

a esa gente humilde, con herencia de crudo y sin pistola,
gente de poco precio en el coro internacional

-

contemplo en mi memoria el rostro amado de la madre cultivadora de sueños, ancestral colmado de jardines sacados casi de la nada y que, luego, tras la esperanza rota, se hundió, como cargamento en la alta mar

pero fue antes, mucho antes, de la trágica desaparición, cuando nuestros ojos se abrieron contemplando la claridad de las olas del viento en las avenas y sobre todo oyendo las ráfagas de frío colándose por las rendijas en invierno 

olas y ráfagas tornándose luego transparentes en las cuencas vacías de de una calavera amada acariciada por la espuma rebelde de todos las aguas del mundo como mano de llanto del recuerdo y elevada a la altura de la justicia del tiempo; 

¿qué otra cosa podíamos hacer sino acompañar con nuestros pasos al roce de la arena para que no se convirtiera en hueca costumbre de la playa ese vaiven insistente y periódico de las olas cual ir y venir de cargamente hundido?

lo vamos transformando nosotros, día a día, con rabiosa venganza, en música del desaliento que solo desaparece cuando el viento se lleva a los cardenales despedazados o resurge de nuevo en cada prima escandalosa a los banqueros 

¡y cuánta holgura para el odio en nuestros caminos erizados de sorpresas amargas desde pateras atestadas de ilusiones, a esperanzas alimentando peces!

pero dadme de ello lluvia, leche de infancia, sueños de amor... cosas suaves para el mundo cruel de la intemperie, porque no es posible vivir siempre con cuchillos

avivaré con sal las bocas muertas del deseo huido tras el desaliento y ayudándome de cánticos diversos, espigando en este y en aquel, en todos los que no se encerraron entre fronteras de su soledad sino saltaron las alambradas 

recogeré el grito y el aullido, el desgarrado lamento, el llanto angustioso, la rosa de la ofrenda, el clavel rojo del recuerdo, para desgranarlos en el recinto de los pájaros alzando aun mas las canciones de las barricadas 

ah, siento el infierno de las batallas que crecen con la embriaguez de la venganza popular y mi ímpetu se alimenta del recuerdo de una madre que es una y múltiple a la vez, sufriendo y cultivando sueños por todos los rincones del mundo

y que, luego, tras la esperanza rota, se hunde como cargamento de esclavos en la alta mar

mas las hojas vivas de esta mañana de primavera son imagen fiel de otra madre una y múltiple

feliz

-

"tu flauta es como una caña
que se dobla
bajo el peso de un ave de paso"

Rabearivelo

Quisiera que, esa frágil ternura, fugaz como el tiempo de un batir de párpado, quedara alojada en la retina; ya que, son pocos, muy pocos, los que se inclinan ante la mirada, sorprendida e indefensa, de los Hijos de los Hombres:

En su obligado peregrinaje, encuentran una parte de la tierra, y, aun amándola, les es extraña y hasta hostil como hiena acorralada...

Ese gesto de humilde hospitalidad, que no es adulación hipócrita, deja perplejos a todos los presentes y restablece el origen esencial de las moradas, edificadas, no con ánimo agrio de disputa, sino con la firme convicción de albergar al cansado caminante.

-

han flagelado los contornos de la tierra a cohetazos envejeciéndola ajándola en el hálito y en el hábito y los afanes del silencio 

y quieren tapar los alaridos que producen en las gentes de baja condición los banqueros ufanos silvando en sus llaves 

y que es una burla a la estirpe real de las almendras de esperanza no se discute ahora cuando ese gesto es como un escupitajo

y esos banqueros que se pintan en la frente la cifra de dios para que los vientos no tengan espadas son burla para la mayoría

y esos banqueros se evaden como grupa de gacela desatenta cuando las condiciones maravillosas se hacen muerte de nada

y los príncipes ¡ah ellos! pagados en moneda de peces ni gritan ni lloran ni se aunan con la penuria de vivir pasando como una tempestad

Libérrimas versiones de rubayatas de Omar Khayyam


1.
La vida sigue. ¿Qué sabes de Balk y de Bagdad?
El menor roce es letal a la rosa demasiado tierna.


Bebe vino y mira la luna; trata, si puedes, de recordar
a las muertas civilizaciones que alumbró en su apogeo.


2.
Escucha lo que la Sabiduría te repite cada día: 
la existencia es breve.


En nada eres semejante a las plantas que retoñan 
después de podadas.

.

¡Camarada, oye este consejo! Hazte burro siempre que estés entre burros,


esos meapilas austeros, de proverbial ignorancia, pero que se consideran


detentadores de la ciencia, con el privilegio de todos los conocimientos.


Aprende pronto: todo aquel que no se adapte al nivel de sus burradas,


burro de verdad, será denunciado como ateo, irreverente, contrario a Alá.


Tal como hoy dia las religiones tratan a aquellos que no siguen sus tonterías.


-

Bebe, amigo, mientras aún haya tiempo, el brebaje embriagador. 




Marcharás, después, a dormir la mona profundamente bajo tierra.




Allí no tendrás confidente, amigo, no tendrás, ¡ni amante, ni nada!




¡Sé discreto! Y no divulgues este secreto: una vez marchitada, 




no reabrirá la flor sus hermosos pétalos, ¡nunca, nunca jamás!




Belleza, frescura y, esplendor ¡estarán perdidos para siempre!

.

Colmado de gozo camino sorbiendo la bebida embriagadora. Así soy yo.


Mi verdadera fe consiste en abandonar toda creencia e irme de la religión.


Pregunté, curioso, a la novia de todos los tiempos: —¿Cuál será tu dote?


Y la novia de los tiempos me contestó: —¡Mi dote es esta víscera triunfal,


en todo su alborozo, en todo su fausto, en todo su aureolado esplendor!


Pues ven, le dije, hagamos unos hijos guerrilleros que quiebren el Capital.

-

Cuando Muera, purificad mi cuerpo con vino. 
Y recordadme, asi, con la copa desbordante.
Y si deseárais hallarme en el último día de los siglos,
tras del cual nada más habrá, ni aurora ni atardecer,
esa jornada que llaman Eximio Día del Juicio Final, 
oled con sumo detenimiento el suelo de la taberna: 
camaradas y amigos, estaré sin duda con vosotros.

-

Desde tiempos remotos dicen y repiten que allá, en la promiscuidad del Paraíso,

hay de sobra para todo el mundo magníficas mujeres excitantes, y de añadidura

vino, mucho queso, mucha miel, y otras numerosas delicias al alcance de todos...

Si admitimos la base de todos esos rumores, ¿quién osará criticarme porque

yo he adorado una sola copa de vino, y una sola mujer, la bien amada, la mía?

¿Quién se encarará conmigo porque haya revelado las contradicciones sociales?


-

Cuando me borre la Muerte y se endurezca el puñado de mis días,
he de llamaros, amigos míos, para ser conducido a la sepultura.

En polvo convertido, modelaréis un ánfora que llenaréis de vino.
Acaso... quizás... tal vez entonces, me veréis resucitar alegremente.

 -

Toda anémona, que entretiene la tristeza del desierto, excita la imaginación
de los caminantes y causa su delicia, quizás haya sido antes sangre de rey.
Toda violeta que despide su fragancia en los jardines,
enardeciendo la sensibilidad de los cansados camelleros,
habrá sido, quizás, señal de belleza en rostro de mujer...


-

¡Siervo, mira la fiesta de la hierba, deslúmbrate con la apoteosis de las flores!

Despierta y pon atención: dentro de siete días, siete, hierba y flores serán polvo.

Bebe el vino color dorado, coge las rosas, y, con sus pétalos, perfuma los labios.

En un instante, será tierra la rosa y el césped se trocará en fango repugnante.


-

Cuando muera, lavadme el cuerpo con vino.

Y rememoradme, asi, con las copas en alto.

Y si desearais acaso vedme el día postrero,

ese tras el cual no habrá aurora ni atardecer,

jornada esa que llaman el Día del Juicio Final,

husmead con cuidado el suelo de la taberna:

camaradas, amigos... ¡ahí estaré con ustedes!

entonando canciones que sean revolucionarias.
  
-

Bebe, amigo, mientras puedas, el vino embriagador.


Irás luego a dormir la mona para siempre en tierra.


Allí no tendrás confidentes, ¡ni amantes, ni nada!


¡Sé discreto! Y no divulgues por ahí este secreto:


una vez muerta, ya no abrirá la flor sus pétalos,


¡nunca, nunca jamás! Brillo, frescura, esplendor...


¡estarán perdidos para siempre! Si, para siempre.

 -

El Viento Sur marchitó la rosa
a la que el ruiseñor cantaba sus elogios.
¿Debemos lamentarnos por su muerte
o por nuestra supervivencia?
Cuando la Muerte arrugue nuestra cara,
otras rosas lucirán sus pétalos.


 -

¡Ahogadme en vino, hermanos, camaradas y compañeros!

Mi pálido rostro ambarino, cadavérico, hacedlo color del rubí.

Y, a fin de que, al morir, mi cuerpo sea ungido, bautizado, 

¡sumergidlo enseguida en el líquido sin parangón de la vid!

Luego, impregnado así de vino mi ataúd, como mi bodega,

decoradlo, pintadlo, allí, en los umbrales de la taberna,

con muy festivas ramas de la vid más bella y más lozana,

para que sepáis que la vida continúa aun para vosotros.

 -

Arrebatado, encendido de amor, fascinado por el cuello de mi bien amada, 


he imaginado metáforas poéticas y me he sentido igual a ese cántaro de vino.


El asa que ahí está, ¿la ves?, presa al cuello, la veo como un brazo cariñoso 


que envolvía con sumo cuidado la amorosa cintura de aquella mujer amada.

-

Curioso, me interrogas, ávido de saber y mostrando un gran desparpajo,


cuál es la valoración que hago de esos dibujos diseminados por doquier, 


llenando ojos, corazones, sentimientos, cerebros de ingénua humanidad.


Si yo te quisiera decir, con detalles, lo que puede haber en eso de verdad, 


alongada, larguísima, exhaustiva, e interminable, esa explicación sería.


Lo diré en dos palabras: en espacio del mar inmenso son simples pompas,


donde brotaron un instante, y, de pronto, como llegaron se extinguieron.


Por lo que me aprovecharé del instante fugaz que vivo para hacerme libre.


 -


Es muy saludable que te alegres, alguna que otra vez, 


el corazón con el vino que corre de las copas llenas.


Olvida lo que fue, y lo que vendrá. ¡Pasado y Futuro!


Ha llegado también ya el tiempo de libertar tu alma, 


encarcelada, desde que llegaste, en las cadenas 


del miedo hacia las muertes y las resurrecciones.


Es aquí, en la tierra, donde está el Cielo y el Infierno

 -

Ignorais los secretos de lo Eterno: Yo, un servidor de ustedes, los desconozco.


Y es imposible, para vosotros, comprender ese terrible acertijo: también lo es para mí.


Sin embargo, asegura y demuestra, gente entendida, que, en ese reino simulado,


por detrás del enigmático subterfugio, que todo nos enmascara, corren rumores,


incesantes, sin duda comprometedores, sobre todos nosotros. ¡Mas no nos importa! 


Cuando sea aupado el cortinaje, ya no estaremos nosotros por aquí para contemplarlo.


Si acaso, tal vez, seremos, yerbas del prado, heno, para pasto de variadas bestias.


 -


El Tulipán saca su púrpura de la sangre 
de un emperador enterrado.


Y la Violeta nace del lunar que ornaba 
el rostro de un adolescente

 -
En una taberna pedí a un sabio anciano 
noticias fehacientes de los que se fueron:


-No volverán jamás. Es todo lo que sé. 
¡Bebe vino, amigo mío!, me respondió.


-

Curioso, me preguntas, anhelando saber y mostrando un gran desparpajo,
cuál puede ser el valor real de esos dibujos esparcidos por todas partes, 
que llenan los ojos, el corazones, y el cerebro de una humanidad ingenua.
Si yo te quisiera decir, con detalles, lo que puede haber en eso de verdad, 
larga, larguísima, muy exhaustiva, casi interminable, seria esta explicación.
Lo diré en dos palabras: son simples burbujas en la superficie del mar inmenso,
donde surgieron un instante, y, así, de pronto, como vinieron desaparecieron.
Lo mismo le ocurrirá al poder del Capital que el tiempo barrerá de la tierra.

-

¿Acaso germinan de los labios de unas muchachas
las raíces del narciso tembloroso que se yergue al borde del arroyo?

¡Holla suavemente el prado que hunden tus pasos!
Quizá es ceniza de bellos rostros donde triunfó el brillo de tulipanes.

 -

Mercachifles de ilusiones garantizan que a una gran distancia, allá,


en el más allá, está lo que nombran Paraíso, con soberbios varones


y profusión de odaliscas voluptuosas, donde se halla en abundancia 


el vino (nectar divino de Alá) leche pura y riquísima miel hecha de sol.


¡Siervo, siervo! En recuerdo y homenaje a tantas y tantas maravillas, 


¡dame, a borbotones, un diluvio de vino del color del rubí, inúndame!


Y, óyeme con atención: prefiere siempre una prenda segura, una sola, 


a cientos de tesoros hipotéticos y mil vagas esperanzas infundadas


pues de eso viven los charlatanes que dirigen las iglesias del mundo.

  
--

¡Oh, bien amada! Toma en tus manos la copa y el ánfora y ve a pasear por el jardín,


a recrearte a la orilla del río entre las yerbas y las flores y el melodioso fluir del agua.


Y ya te prevengo, yo, ahora mismo: debes apresurarte... Ve, camina, corre, ¡vuela!


A veces, por si no lo sabes, de bellos cuerpos de hembras amadas se hicieron copas. 


Y más vasijas de barro: urnas, jarrones, vasos... (como el que tienes a tu lado) también.

 --

Bebo vino como la raíz del sauce el agua cristalina del arroyo.
Solo Dios es Dios y él todo lo sabe -¿eso es lo que dicen?-.


De modo que cuando me creó a mi sabía que bebería vino.
Si yo me negara hoy a beberlo la ciencia de Alá fracasaría.

-

¡Oh, bien amada! Un secreto, y de los más grandes, quiero decirte.




Verdad de las más importantes, que quiero resumir en dos palabras:




con tu amor penetraré en el barro, y, con tu amor, del barro saldré.


-

¡Esclavo! Has desperdiciado ya miserablemente los mejores momentos de tu vida 
en el duermevela del lecho, en la modorra del sueño, casi hermano de la muerte.
¡Levántate! Alcánzame, siervo y... ¡rápido, rápido!... el claro vino embriagador,
antes de que ellos comiencen a fabricar recipientes con nuestros pobres huesos.
Quiero ver los relucientes chorros del vino precipitarse de la jarra a la copa.
¡Embriágame, tu, siervo, esclavo, amigo, camarada explotado y revolucionario!


Juntos lograremos que esta sociedad de clases se trasforme en otra igualitaria.

-

Este pobre mundo que da vueltas sin cesar, mira con rencor, con odio real,


en la más mala de las intenciones, sin un rato de reposo, mi alma, y tu alma.


Arrancar de cuajo nuestro cuerpo, aniquilarlo, extinguirlo, es su único deseo.


¡Amigo! Acuéstate en el verde y fresco prado, y sorbe, con alegría contenida,


con devoto apasionamiento, con placentera desesperación, ese vino dorado.


Y puedo asegurarte: en breve, otra hierba brotará de mi arcilla y de tu arcilla


para que no te creas sin mas originario de algún olimpo de dioses poderosos.


-

Se necesita que la aurora te encuentre siempre acariciando


la copa del divino vino clarete, rosado, de albillo o... peleón.


Dicen que el vino es ácido, que hace agrio al paladar... ¡Normal!


El vino cristalino no se ha prestado a convenciones e hipocresías.


El vino es así: la verdad dura, pura, que esplende a cada instante.


 -

Bebe vino: ¡Largo rato dormitarás
bajo tierra sin mujer y sin amigos!

Oyeme este secreto: los tulipanes 
envejecidos no rejuvenecen jamás

-

Ignorais los secretos de lo Eterno: Yo, un servidor de ustedes, los desconozco.

Y es imposible, para vosotros, comprender ese terrible acertijo: también lo es para mí.

Sin embargo, asegura y demuestra, gente entendida, que, en ese reino simulado,

por detrás del enigmático subterfugio, que todo nos enmascara, corren rumores,

incesantes, sin duda comprometedores, sobre todos nosotros. ¡Mas no nos importa!

Cuando sea aupado el cortinaje, ya no estaremos nosotros por aquí para contemplarlo.

Si acaso, tal vez, seremos, yerbas del prado, heno, para pasto de variadas bestias.


 -

Cuando muera, lavad mi cuerpo con vino color de rubí.


Sumergidme repetidas veces en esa bebida redentora.


Mas si queréis hablarme en la última asamblea humana, 


tras la cual nada más ocurrirá, para que me encontréis, 


sin peligro de equivocaros, sepultadme en la taberna 


bajo la mirada cariñosísima de las relucientes botellas


y no en iglesias, mezquitas, sinagogas, si me queréis.

-

Hace mucho desapareciste y rebrotaste en un rebaño de carneros.


Tu nombre, ramoneando por el campo, perdiose entre balidos.


Te han brotado, como de la nada, uñas para formar las pezuñas.


Y tus barbas han ida creciendo, aumentando, por el lado opuesto.


Los cabellos de antaño forman hogaño cola airosa de cuadrúpedo.


Para más inri observas que sigues meando, cagando y formicando.


¡Qué golpe tan brutal han dado a tu imagen y semejanza de Dios!


(*) Versiones sacrílegas de rubayatas de Omar Khayyam

Iswe Letu: Corre, que el tiempo no se para


¡Corre, adelanta,
que el tiempo
ni te aguarda,
ni te espera!


Una desazón te aguija,
te acañaverea.
¡Corre,
que té quedas 
sin tiempo
con tu aflicción menuda
a cuestas!


Y Él te alcanza,
te aventaja,
te abandona
y desampara.
Te deja,
despiadado,
en la soledad más sola,
donde no hay
ni viento ni veredas.


¡Corre, trota,
que el tiempo
no te espera!


Y te aguija
y te acañaverea.

-

Gure 1


Yo, tú,
nosotros,
nosotras
y vosotros
o vosotras,
somos
la misma
persona,
contándonos
la misma pena,
inútilmente,
como contamos
las estrellas.


Gure 2


Sin embargo,
torcemos
los versos
a la esperanza.


Es, dicen,
lo último
que se pierde
antes
de la muerte.


Después,
no se pierde
nada.

-

Cambió de dirección,
giró en redondo.


En la blanca llanura
un punto negro
agrandaba el volumen
como bola de nieve
que, desde la cima del monte,
cae a velocidad vertiginosa,
con tal inercia
que el cerebro 
le paralizó
como la muerte.
Cambió de dirección, 
giró en redondo
en el preciso instante
en que deshizo 
el punto
su consistencia, 
su sustancia,
en un millón 
de carcajadas
que a su cerebro 
reventó

-

Así se curte,
encalleciendo
su temple
con amarga bilis
que enmascara
con su cántico,
metal purísimo
del que se hacen
los cuchillos.




Nadie puede
decir, sin rubor,
que fluye 
como agua 
de manantial, 
no,
a borbotones sale,
con el veneno
que sembró 
la infamia
en la leche 
de su infancia.

-

Solo los almendros tienen escondida


el alba y la defienden celosamente.


Solo yo conozco la mansión y


guardaré el secreto para siempre.




Que nadie se preocupe por ella


pues saldrá a regalarnos la alegría


y lo hará para todos. Es un obsequio


que, no sin esfuerzo, merecemos.




No revelaré el secreto, mas si afirmo


que algo habrá que luchar para obtenerla.


No hablemos de la paz. Es el futuro.