¡Corre, adelanta,
que el tiempo
ni te aguarda,
ni te espera!
Una desazón te aguija,
te acañaverea.
¡Corre,
que té quedas
sin tiempo
con tu aflicción menuda
a cuestas!
Y Él te alcanza,
te aventaja,
te abandona
y desampara.
Te deja,
despiadado,
en la soledad más sola,
donde no hay
ni viento ni veredas.
¡Corre, trota,
que el tiempo
no te espera!
Y te aguija
y te acañaverea.
-
Gure 1
Yo, tú,
nosotros,
nosotras
y vosotros
o vosotras,
somos
la misma
persona,
contándonos
la misma pena,
inútilmente,
como contamos
las estrellas.
Gure 2
Sin embargo,
torcemos
los versos
a la esperanza.
Es, dicen,
lo último
que se pierde
antes
de la muerte.
Después,
no se pierde
nada.
-
Cambió de dirección,
giró en redondo.
En la blanca llanura
un punto negro
agrandaba el volumen
como bola de nieve
que, desde la cima del monte,
cae a velocidad vertiginosa,
con tal inercia
que el cerebro
le paralizó
como la muerte.
Cambió de dirección,
giró en redondo
en el preciso instante
en que deshizo
el punto
su consistencia,
su sustancia,
en un millón
de carcajadas
que a su cerebro
reventó
-
Así se curte,
encalleciendo
su temple
con amarga bilis
que enmascara
con su cántico,
metal purísimo
del que se hacen
los cuchillos.
Nadie puede
decir, sin rubor,
que fluye
como agua
de manantial,
no,
a borbotones sale,
con el veneno
que sembró
la infamia
en la leche
de su infancia.
-
Solo los almendros tienen escondida
el alba y la defienden celosamente.
Solo yo conozco la mansión y
guardaré el secreto para siempre.
Que nadie se preocupe por ella
pues saldrá a regalarnos la alegría
y lo hará para todos. Es un obsequio
que, no sin esfuerzo, merecemos.
No revelaré el secreto, mas si afirmo
que algo habrá que luchar para obtenerla.
No hablemos de la paz. Es el futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario