.
Me enontré una noche, en la taberna, a un doctor en teología.
Acercándome curioso, ávido de saber, charlatán e indiscreto,
le pedí me hablase de la vida y el destino de todos que se van.
Para comenzar, me sugirió el sabio una copa de vino dorado.
Tras paladear el trago de vino dijo después tranquilizándome:
Muchos son aquellos que se fueron, hombres como nosotros.
Pero nadie, joven amigo, volverá de allende, ¡nunca, jamás!
De modo que tendrás que buscarte el paraiso en esta tierra.
-----------
(*) Versión y título nuestros
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario