Si comienzo diciéndoles que existe una persona abatida, sola, desorientada, preguntándose qué sentido tiene la vida, añorando momentos pasados y creyendo que ya no sirve para nada... ¿les tocaría un poquito el corazón? Y si les digo que existen 1.365.000 mayores de 65 años viven solos y según los datos del INE el 60 % de ellos dicen sentirse abandonados. ¿escalofriante verdad? Sencillamente tenemos una asignatura pendiente.
Gobierno, sociedad y familia tenemos que llegar a acuerdos, movilizarnos, aprovechar cualquier medio a nuestro alcance para legislar, socializar y aprender a valorar a nuestros mayores, ya que en breve sus problemas serán los nuestros.
Uno de los mayores problemas es la precariedad económica, ya que las residencias llegan a costar 1.500 € y eso no se puede pagar con una pensión media, por no hablar de las no contributivas, que ni si quiera dan para vivir dignamente.
Pero hablemos de un problema mucho mas grave, hablemos de los mayores que aún teniendo familia, a veces en la misma ciudad, se sienten solos. Hijos que alegan la falta de tiempo o recursos para cuidarlos, olvidando que sus padres no se plantearon si los tenían o no para hacerlo incondicionalmente, o aquellos que deciden repartirlos por meses en casa de cada hermano, obviando que para los mayores lo más difícil es adaptarse a los cambios y por lo tanto arrastrándolos sin darse cuenta al sufrimiento.
No podemos hacer nada contra el paso del tiempo, y poco contra el dolor y la enfermedad, pero sí contra la tristeza y la soledad. Devolverles una pequeña parte del amor y la dedicación que ellos nos dieron, no sólo es una obligación, es un regalo.
Tenemos la suerte de poder oírles, escuchar clases magistrales de aquellos que nos han abierto las puertas del hoy.
Tenemos la suerte de poder mirarles, contemplar historia viva, capítulos de vida en cada pequeña arruga de sus rostros y de sus manos.
Tenemos suerte de poder abrazarles, regalarles la felicidad y la pasión de la vida y recibir el cálido beso de la serenidad.
Tenemos la suerte de poder acompañarles, alegrar sus días y aprender de su experiencia para que en un futuro, no muy lejano, nuestros jóvenes dignifiquen los nuestros.
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(*) Make Martín o M.M. es una ex alumna que tiene en su haber ya numerosos artículos publicados en la prensa. Este es uno de ellos donde demuestra su gran humanidad y, yo, José Mª Amigo Zamorano, orgulloso de ella, lo vuelco en este blog.
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